5/2/15

El Infierno Sartreano Armenio

Rony Bolívar*
La bandera de la República de Armenia es analogía cromática invertida de la bandera de Venezuela, pero, a diferencia de ésta, no posee estrellas ni tantas alegrías en su memoria histórica sino un regazo de recuerdos adoloridos y quejidos de tristeza tras la muerte aún aproximada de un millón ochocientas mil víctimas inocentes, entre ellos hombres, mujeres embarazadas y niños. Venezuela junto a Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia y Chile han sido algunos de los pocos países de Latinoamérica en reconocer el denominado “Hayoċ Ċełaspanuṫun” en lengua armenia: Genocidio Armenio. Sucedió entre 1915 a 1923 aproximadamente, a manos de una agrupación asesina llamada Jóvenes Turcos o “Demonios Otomanos”, éstos eran tan reales como la masacre misma y no provenían de algún infierno Dantesco. Más allá del surrealismo que induce pensar sobre los abusos y excesos de todo imperio a lo largo de la historia, es un hecho insólito la inobservancia y en muchos casos la inacción de gobiernos que a comienzos del siglo XX optaron por la pasividad diplomática e indiferencia hacia tan cruento holocausto alegando: “confrontaciones de mando o diferencias territoriales”. Algunos
historiadores inclusive (con intereses oscuros) disminuyen la cifra de asesinados, deportados y vejados, tal vez influyendo en sus respectivos países la negación de tan funesto crimen. Las tortuosas pruebas de lo acontecido lo narró un venezolano que como muchos otros militares asistieron a testificar y dar fe de lo ocurrido, Rafael de Nogales Méndez autor de “Cuatro años bajo la Media Luna” dio allí testimonio de sus vivencias durante la guerra. La humanidad añade cada 24 de abril un año más a la justa conmemoración de aquella macabra pesadilla que soslayó los valores humanistas del pueblo armenio hambriento de libertad y vida. La República de Armenia ocupa el ranking mundial número 135 en cuanto a población, con un total de 3.215.800 habitantes aprox., muchísimo menos que la población de Venezuela que ocupa el ranking número 42 con 33.221.865 habitantes, mientras que Turquía tiene el ranking número 17 con un total de 75.834.646 habitantes. Si sumamos los dos millones de armenios que fueron aniquilados durante el desarrollo del conflicto a la población total de Armenia, esto nos da 5.215.800 habitantes, una cifra realmente baja en comparación con Turquía. Latinoamérica es caracterizada por asociar hechos cotidianos extraños o irreverentes al Realismo Mágico (corriente literaria asociada a Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y Jorge Luis Borges, entre otros.) con el fin de dar verosimilitud interna a lo fantástico. Sin embargo el Genocidio Armenio escapa a toda concepción fantástica cuando se tiene la certeza histórica con  pruebas en mano de la desdichada masacre; mágico hubiese sido si la mano de Dios interviniese salvando a tantos inocentes luego de escuchar la plegaria llorosa de las madres violadas y asesinadas. Se atribuye responsabilidad previa al sultán Abdul Hamid II (21 de Septiembre de 1842- 10 de Febrero 1918) como regente del Imperio Otomano de 1876 a 1909; apodado por algunos como “carnicero de armenios” quien promovía el odio a éstas minorías. Ni siquiera uniendo todos los innumerables asesinatos y desapariciones (aún sin resolver) durante las crueles dictaduras de Latinoamérica no llegaríamos a dos millones; Aun así, el famoso “Guernica de Picasso (1937)”  no daría abasto para tantas cabezas degolladas y tanto carmín en la superficie del lienzo. Podemos contar con los dedos (quienes estamos a favor de la causa armenia), los pocos países que han suscrito acuerdos para reconocer la tragedia y aunque la República de Turquía procure borrar las huellas de éstos crímenes de guerra citando errores históricos como “…que las muertes acaecidas en 1915 fueran el resultado de un plan organizado por el Estado para eliminar a la población armenia bajo su soberanía”. La comunidad internacional en su plena mayoría justa está de acuerdo en esclarecer y atribuir responsabilidades de indemnización a los descendientes de las víctimas. En lo personal, es inconcebible la indignación que siento al imaginar tantas muertes acaecidas por el simple hecho de pertenecer a una minoría de credo, raza, color de igual manera como artista plástico reivindico la lucha actual de quienes pertenecemos a la comunidad artística y cultural en apoyar a los armenios en la justa afrenta por llevar la dignidad a su historia a través de todos los medios diplomáticos posibles y aunque todo se esclareciera… seguiré sin encontrar colores para plasmar tanta humillación sufrida por el pueblo armenio a comienzos del siglo XX.
“El Infierno es el otro” Jean Paul Sartre.

Rony Bolívar González,
Abogado y Artista Venezolano, Pintor Fluidalista. Nativo de Caracas.

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